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Negroponte, un nefasto personaje

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This is from a part of the world who has had experience with

Negroponte. Maybe someone here who has a little extra time and can speak spanish

can give a fair translation.

 

 

 

http://www.elnuevodiario.com.ni/nacional/nacional-20050218-02.html

 

 

Negroponte, un nefasto personaje

 

 

Al activista por la Paz y los Derechos Humanos, Andrés Thomas Conteris

--director del Programa Latinoamericano de " Non-violence

International " --, no le hizo falta un gran discurso para salirse de

las casillas ante John Negroponte.

 

Era mayo de 2004. Negroponte, entonces embajador de Estados Unidos

ante la Organización de Naciones Unidas (ONU), convencía al Comité de

Relaciones Exteriores del Senado sobre cuanta soberanía existiría en

Irak cuando él fuese confirmado como embajador estadounidense en

Bagdad, después de más de 10 años de relaciones perdidas.

 

Faluya estaba siendo violentamente asediada. Estados Unidos

planificaba un incierto proceso electoral, y para Negroponte esos eran

puntos que " debían someterse a un diálogo con militares e incluso

nuestra embajada en Irak " .

 

Conteris no esperó demasiado. Se puso de pie y gritó: " No hay

soberanía, señor embajador, si Estados Unidos continúa ejerciendo (el

control de) la seguridad. Senadores, por favor, pregúntenle al

embajador sobre el Batallón 316. Pregúntenle sobre el escuadrón de la

muerte al que apoyó en Honduras " .

 

El activista fue expulsado de inmediato y Negroponte ni se inmutó.

Pero en la sala todos sabían de qué estaba hablando. Su manejo de

halcón diplomático que combina " la mano de hierro con guantes de

terciopelo " , le da a Negroponte un extenso historial en complicadas

misiones que determinaron la reciente historia de América Central, y

particularmente de Nicaragua.

 

La violenta misión en Centroamérica

 

Con su designación como embajador en Honduras por la Administración de

Ronald Reagan (1980-1988), Negroponte transformó al territorio

hondureño en una de las más importantes bases militares y de

contrainteligencia de la guerra fría, dirigida a neutralizar a la

Nicaragua sandinista y la insurgencia de izquierda en El Salvador.

 

" En ese entonces llegó a manejar un presupuesto de hasta mil millones

de dólares, entre programas de espionaje y de asistencia " , recuerda el

ex vicecanciller en la Administración sandinista, Víctor Hugo Tinoco.

 

Entre 1981 y 1985, el embajador cumplió el trabajo encomendado con

altos costos para la administración Reagan, claramente traducidos en

el escandaloso caso " Irán-Contras " .

 

Negroponte se dedicó a sellar alianzas con agentes de la CIA en

Centroamérica y con el temido general Gustavo Álvarez Martínez,

dispuesto a repetir las técnicas de " guerra sucia " aprendidas en

Argentina entre 1976 y 1983.

 

A la luz de la asistencia, Álvarez conformó una unidad de inteligencia

militar hondureña, Batallón 316, que con entrenamiento de la CIA y de

la dictadura argentina, se transformó en un escuadrón de la muerte,

consolidado en la instauración de la base militar " El Aguacate " , donde

se adiestró a miembros de " la contra " nicaragüense y a soldados

salvadoreños.

 

En esos años, Negroponte fue acusado de concentrar su atención en los

ataques de la " contra " nicaragüense al gobierno sandinista, mientras

cerró los ojos a las torturas que se cometían bajo el régimen hondureño.

 

Más de 15 años después, organismos de Derechos Humanos estiman que el

escuadrón hondureño asesinó a no menos de 180 activistas, algunos de

ellos norteamericanos.

 

Las consecuencias para la Nicaragua de los años ochenta no fueron

menos violentas. El general Hugo Torres lo recuerda como el soporte de

la cruda guerra civil entre 1982-1988 y el artífice de las principales

estrategias que condujeron a la obstrucción de la economía nacional.

 

" Su misión no era apenas militar. Él consiguió debilitar nuestras

economías como la forma más efectiva para alterar la correlación

política de la región " , dijo.

 

De manejo suave y violento

 

Entre las decisiones violentas y el escándalo, Negroponte es también

percibido como un diplomático de carrera, con modales suaves como la

seda y que maneja con fluidez cinco idiomas.

 

En sus últimas designaciones demostró contar con una enorme confianza

de la Administración Bush. El presidente estadounidense ya lo escogió

para ser embajador ante la ONU --uno de los puestos de mayor

influencia en la política exterior de EU-- entre 2001 y 2004, y sus

posteriores posiciones han sido el símbolo de la política de seguridad

norteamericana.

 

Hasta hace pocos días era el primer embajador en Irak desde la Guerra

del Golfo en 1991, otro cargo clave y en el que llevaba apenas nueve

meses, pero que ayudó a conducir las recientes elecciones

presidenciales en la ocupada nación.

 

Negroponte se integró en el servicio diplomático estadounidense en la

década de 1960. Su primer destino relevante fue Vietnam, donde

aprendió tan perfectamente el idioma, que el entonces secretario de

Estado, Henry Kissinger, lo eligió para encabezar negociaciones

secretas de paz.

 

Su conocimiento de Centroamérica le valió el nombramiento en 1989 como

embajador en México, donde se mantuvo hasta 1993 y en el que se reveló

como un gran negociador, en especial para la conclusión del Tratado de

Libre Comercio de América del Norte (Nafta) en 1993, que integró el

comercio de EU, Canadá y México.

 

Luego de ser embajador en Filipinas en 1993, fue nombrado por el

presidente Bill Clinton para negociar la permanencia de las bases

militares de EU en Panamá, y la creación de un centro internacional

antidrogas en ese país.

 

Tras ese esfuerzo infructuoso se retiró a la actividad privada, para

volver al Gobierno con la llegada de Bush a la Presidencia en 2001.

 

Con todo, sus críticos lo acusan de haber permitido las torturas y

violaciones a los Derechos Humanos en el Istmo, algo que él niega y

apenas se limita a explicar como una ayuda a " arreglar las

deficiencias " del sistema judicial hondureño.

 

Es, sin duda, el mismo historial en el que Jim Lobe, analista político

estadounidense, se basó para afirmar que " el pasado no persigue a John

Negroponte " .

 

(Con informaciones de Acan-Efe, AFP y El País)

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