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Chapela on Mexico's 'Monsanto Law'

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Chapela on Mexico's 'Monsanto Law'

 

" GM WATCH " <info

 

Mon, 20 Dec 2004 23:15:43 GMT

 

Chapela on Mexico's 'Monsanto Law'

http://www.gmwatch.org

------

Here's an English summary, c/o Nick Jackson of GM Watch, of Ignacio

Chapela's open letter on Mexico's new law on " Biosafety " . It was written

in the run up to the bill's final approval by the Mexican Congress.

 

Add your voice to the global protest over the treatment of Dr Chapela:

http://www.gmwatch.org/proemail1.asp?id=7

 

1. Chapela letter - English summary

2. Chapela letter - full Spanish text

------

1. Chapela letter - English summary

 

The proposed legislation about to be passed by the Chamber of

Representatives might well be re-titled: " The Law for Genetic

Colonisation for

the 21st Century " or " The Law for the Promotion and Gratification of the

New Genetic Colonies " . The legislation only succeeds in ensuring the

interests of a tiny elite within Mexico which in turn represents the

narrow interests of political and economic powers at home and abroad.

 

The implications of GM technology are profound and the effects of GMOs

unpredictable. The government tells us that it knows of no damage

caused by the release of transgenics, but this might well be a cause for

alarm rather than complacency. No evidence exists simply because no

attention has been paid to the obvious problems of genetic

manipulation. Any

research expressing reservations in respect of transgenics is routinely

discredited. Those studies that purport to find no evidence of risks

from transgenics are invariably funded by the industry itself.

 

Any opposition to the dogmatic principles of the science at the core of

this legislation is stifled. The dangers of genetic contamination are

barely mentioned. Similarly watered down is any attempt to enforce

labelling and public information about transgenic products, and the

legislation has effectively excluded public representation in the

decision-making process.

 

Many countries have rejected GMOs outright or introduced strict

controls Even in the US, opposition to GMOs is growing. In the midst

of this

climate of opposition we might wonder why the Mexican government is so

keen to rush through this piece of legislation.

 

It is obviously in the interests of those who have ploughed millions of

dollars into the research, without seeing any benefits. Under the aegis

of the US State Department, the big companies are poised to cash in on

the introduction of GMOs in Mexico. Monsanto has declared its intention

to claim property rights on transgenic maize found in Chiapas with no

consideration for the rights of small landowners to save their seed and

avoid genetic contamination of their crops.

 

Mexico, the land where maize originated, is set to become the centre of

a struggle to foist transgenics onto the market by way of

multinationals such as Monsanto, Syngenta (Novartis), Dupont and the

Mexican company

Seminis/Savia. Mexico, the repository of genetic riches, could become

the dumping ground for the transgenic products no one wants.

 

The Mexican government must reject the legislation to protect our

national interests. It must reject the imposition of alien political and

economic interests.

 

" Land, Liberty and Genetic Independence "

 

Ignacio H. Chapela

Berkeley, California, 13 December 2004

-----

2. Chapela letter - Spanish original

 

A los Ciudadanos Diputados del Congreso de la Unión en México

A los Ciudadanos y colegas científicos mexicanos

A la población de México

 

La propuesta Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente

Modificados, a punto de ser firmada por la Cámara de Diputados, podría

bien

llamarse la

Ley de Colonización Genética para el Siglo XXI. O tal vez la Ley de

Promoción y Gratificación de las Nuevas Colonias Genéticas. Esta ley

asegura los nintereses de una elite reducida en México, que a su vez

representa los intereses de otros poderes económicos y políticos fuera y

dentro del país. Su firma y ratificación significarían la apertura de un

capítulo triste en la historia que parece llevar al país y al mundo rumbo

a una nueva época de oscurantismo. El camino de salida de esa época no

puede ser más que largo y muy penoso. Pienso que no es una buena idea y

no es una buena decisión firmar esta Ley. No lo es para el país, no lo

es para el mundo.

 

El indigerible " Dictamen a la Minuta Proyecto del Decreto " por el que

se presenta esta ley a los Diputados de la República podría haber sido

tomado de alguno de los muchos documentos de la Inquisición: es un

ejercicio consumado de ofuscación y complicación burocrática,

pseudo-científica, que sirve simplemente para justificar la ejecución

de un designio

dictatorial que permita borrar de la página de discusión a cualquiera

que sugiera la mínima oposición a una nueva y poderosa forma de

apropiación ilegítima de los recursos comunales y públicos, de los

derechos de

los campesinos e indígenas, de la libertad y la soberanía del país.

 

La Ciencia detrás del llamado " Debate " : lo que sabemos. Si existe algo

que sepamos respecto a los nuevos organismos transgénicos (vulgarmente

llamados organismos genéticamente modificados u OGM), es que

representan una intervención en la naturaleza viva sin precedentes en

la historia

del planeta, mucho menos de la humanidad. Sabemos que dicha

intervención es profunda y de consecuencias que no se restringen al

momento y

lugar en que se les produce, sino que puede propagarse a través de las

propiedades reproductivas de los organismos que las sufren.

 

Sabemos también que no sabemos lo suficiente para predecir la más

mínima consecuencia de la intervención transgénica. Los promotores de la

propuesta Ley tienen razón cuando dicen, a través de sus

magna-porta-voces

pagados tanto por la industria como por los recursos públicos, que no

existe evidencia de daño causado por la liberación de los trangénicos al

ambiente. Es por esto que la población de México debería de estar

alarmada, no satisfecha, con tales declaraciones.

 

No existe evidencia suficiente por la simple razón de que no se ha

puesto suficiente atención a los problemas obvios y esperables de la

manipulación genética de la naturaleza viva. Aún en los países e

instituciones más ilustradas y financieramente acomodadas, como la mía

en la

universidad más prestigiosa de California, la sexta economía del

Planeta, no

existe ni la capacidad física, ni los recursos intelectuales, ni el

interés institucional o la decisión política que serían necesarios para

establecer los riesgos reales de los transgénicos, ni las medidas que

serían necesarias para detectar la actualización de tales riesgos.

Esto no

lo digo sólo yo, sino también otros individuos y grupos diversos, tales

como la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos de

Norteamérica, en estudios con los cuales yo tuve el privilegio de

colaborar.

 

Sabemos que nuestras instituciones académicas han sido también

transformadas desde el interior de su constitución más íntima. En el

área de

los transgénicos, lo que se ha dado por llamar " ciencia " en nuestras

instituciones (y también en la Ley propuesta) no es más que una práctica

técnica basada en una mezcla de principios ya ahora anticuados y un abuso

de las propiedades naturales de reproducción de los seres vivos. Sin

embargo esta práctica, más política que científica, es protegida como

corresponde a cualquier otra práctica dogmática e insegura de su posición

en la sociedad: cualquier fuente de oposición al dogma es rápida y

violentamente silenciada con los castigos más fuertes que se reserva

nuestra ilustre institución académica.

 

Sabemos que, junto a nuestra incapacidad por siquiera ver - no se diga

predecir- las consecuencias de la manipulación transgénica, también

tenemos una incapacidad de controlar esa manipulación. A pesar de los

esfuerzos por suprimir la información respecto a esta realidad, el

problema

de la falta de control sobre los transgénicos es tal, y de tal

naturaleza, que sigue siendo detectado por cada vez más miembros de la

comunidad científica, así como otros ciudadanos. Así como no se puede

declarar

inexistente por decreto, este problema no se resolverá tampoco al

borrarlo de los documentos que el Congreso de la Unión ha recibido. Para

muestra, basta un botón: a pesar de una crisis de contaminación

transgénica rampante en el campo mexicano, el único sitio en donde se

usa la

palabra " contaminación " en el " Dictamen a la Minuta Proyecto deS " es

aquél

en donde se narra cómo se permitirá la liberación al ambiente de

microbios transgénicos en la cercanía inmediata de plantas o animales en

peligro, tales como aquellos en las reservas naturales de la Nación.

 

Sabemos también que los pocos y castigados esfuerzos independientes por

siquiera vislumbrar la posibilidad de algún problema con los

transgénicos continúan acumulándose de manera alarmante para indicar

que sí, de

hecho, existen problemas potencialmente muy serios. En contraste con los

70,170 artículos que encuentro esta mañana en una búsqueda sencilla de

la literatura científica bajo el término " transgénico " , sólo uno se ha

publicado con datos primarios respecto a la contaminación del maíz en

México, sólo 10 respecto a los problemas de salud humana. De los 10

últimos, un estudio detallado en Noruega ha mostrado que todos los cinco

que parecen indicar la " ausencia de prueba de daño " son pagados por la

industria biotecnológica. Tres de los restantes fueron escritos por el Dr

Arpad Pusztai, en Escocia, quien fué retirado de su puesto de 30 años

como consecuencia directa de su atrevimiento al presentar los simples

resultados de sus estudios sobre los daños de los transgénicos en

animales de laboratorio.

 

Sabemos que la única forma en que se podrían hacer estudios científicos

de los efectos sobre la salud de la población y de la ecología del país

requerirían de enfoques epidemiológicos, los cuales a su vez

necesitarían que existiera un etiquetado para poder contrastar los

transgénicos

con sus contrapartes no manipuladas. La Ley propuesta sabe esto también,

y tiene cuidado de proteger los intereses de la ofuscación al no

establecer esta necesidad, mientras se sugiere un laxo etiquetado que,

lejos

de permitir mayor conocimiento entre la población respecto a los

productos derivados de los transgénicos, encubriría aún más la situación,

poniéndola en manos de " los expertos " . Es claro para mí que el supuesto

fin de beneficio público en tal acción no justifica los medios de

supresión de información hacia el público, ni aquellos de la exclusión

del

público y sus representantes del proceso de decisión.

 

Sin considerar seriamente lo que sería necesario para llegar a saber si

los transgénicos son deseables o no, y sin permitir en ningún sitio la

alternativa de decir un simple " No " a la liberación de transgénicos en

México, esta Ley simplemente promueve los intereses de aquellos que

desean liberar transgénicos al ambiente, incluyendo la promoción de más

investigación, más apoyos a los mismos académicos que la escribieron, más

subvenciones a una comunidad que no se pregunta si existe algún

problema en el cuál ella pueda ser relevante, sino que exige de la

sociedad -y

ahora también del ambiente biológico mismo - que se apegue a sus

designios malformes.

 

Los Orígenes y las Consecuencias del " debate " y su pretendida

finalización con esta Ley. Sería un error histórico si el Congreso de

la Unión

firmara esta Ley, que significa un intento por cerrar una discusión que

la gente desea entablar, pero que se le ha negado de manera rotunda y

sistemática. Entre ciudadanos diputados responsables, el error se daría

por no haber considerado cuestiones fundamentales de soberanía e

identidad nacionales, pero también por no haber tomado en cuenta los

orígenes

de esta Ley y sus consecuencias más allá del contexto nacional.

 

Los OGM, organismos transgénicos, no son ninguna novedad, y se ha

intentado su liberación al ambiente al menos desde hace más de veinte

años.

Este es un hecho poco conocido, porque el gobierno de los transgénicos

se ha mantenido siempre en las manos de los " expertos " (aquellos con un

conflicto de interés por ver a sus organismos dominar comercialmente el

ambiente público). La oposición a la liberación de los transgénicos ha

sido, sin embargo, continua y creciente desde un principio. En muchos

países esta oposición se ha convertido en un rechazo declarado y

oficial, que invariablemente recibe el apoyo de la población en

general. En

Estados Unidos, de donde originan la gran mayoría de estos organismos -y

las corporaciones que quisieran recibir pagos por ellos- la oposición

es amplia y ha llegado a las legislaturas estatales de más de diez

estados. También aquí, en California, hay un movimiento creciente en las

municipalidades que rechazan la liberación de transgénicos al ambiente

público. ¿Por qué, entonces, la urgencia por pasar una ley de

promoción de

la transgenia en México en un momento como éste, sin mayor consulta

significativa y justo antes del receso de fin de año?

 

La única razón que yo encuentro es el interés de los que ya llevan

invertidos 220,000 millones de dólares y casi un cuarto de siglo en una

manipulación que no ha traído prácticamente ningún beneficio

económico. Es

claro para mí que, ante la negación de los países más industrializados

(y en general, más informados al respecto) de pagar tal deuda adquirida

por las corporaciones productoras de transgénicos, el esfuerzo tanto de

esas corporaciones como del Departamento de Estado de EEUU es por

obligar a los países menos industrializados a recibir estos productos,

y a

través de ellos cubrir la deuda adquirida por aquellos. Esto es claro

para cualquiera que (sin llevar consigo conflicto de interés) haya

participado en las reuniones multilaterales al respecto en los últimos

cinco

años.

 

Los OGM transgénicos no han sido producidos para satisfacer ningun

problema de relevancia a México, ni tienen esperanzas reales de llegar a

cubrir esas necesidades. Más que nada, se han convertido en un " hierro

molecular " , a través del cual es posible identificar a los seres vivos

como " propiedad privada " de una u otra corporación o interés comercial.

Por ejemplo, Monsanto ha publicado desplegados en Chiapas declarando su

intención de ejercer, directamente o a través del gobierno mexicano,

sus " derechos de propiedad " sobre los maices transgénicos que ahí se

pudieran encontrar. La corte suprema de Canadá estuvo de acuerdo este año

con estos derechos de la corporación, por encima de cualquier derecho

del campesino para mantener su propia semilla, e incluso para querer

evitar que sus campos agrícolas fueran contaminados.

 

Son estas razones de mucho peso que explican la fuerte oposición que se

ha dado a los transgénicos, oposición que la Ley propuesta ante el

Congreso de la Unión parece no haber registrado de ninguna manera

significativa.

 

Los esfuerzos por legitimar la supresión de esa oposición a través de

una legislación que no toma en cuenta más que la posición de los

promotores de la liberación de transgénicos no hará más que recrudecer

lo que

ha sido una confrontación innecesaria y muy costosa. La ciudadanía

tiene una legítima preocupación respecto a la intervención transgénica en

la naturaleza, en el ambiente público, y esa preocupación justificada no

puede ser silenciada por decreto, por ley o por la corrupción de las

instituciones académicas para dar cobertura a prácticas dictatoriales en

la biología pública.

 

México se encuentra jugando un papel para el mundo de transferencia

múltiple. En primer lugar, es la fuente de los recursos genéticos para el

mundo en varios grupos de plantas y animales, y muy especialmente

también en el maíz, que es la segunda fuente más importante de

alimento para

el mundo. En el flujo inverso, México es uno de los grandes portales

internacionales para la introducción de transgénicos al mundo menos

industrializado. A través de instituciones pseudo-mexicanas como el

CIMMYT,

del las corporaciones conocidas, como Monsanto, Syngenta (Novartis) y

Dupont, y de las menos conocidas pero igualmente poderosas, como la

mexicana Seminis/Savia, y a través de los centros mejor apoyados por el

erario público, existe una verdadera marea de introducciones de

transgénicos al mundo " en desarrollo " desde México. País tan delicado

juega

entonces a un tiempo el papel de depósito de la riqueza genética del

mundo y

de basurero internacional de productos de la transgenia. La Ley

presentada al Congreso no hará más que legitimar esta contradictoria y

muy

dañina situación.

 

México también representa tal vez la fuente más respetada de opinión

respecto a estos temas en el mundo menos industrializado, por su

excelente y bien desarrollada capacidad científica, de políticas y de

análisis.

El mensaje que México envíe al mundo con la firma de esta Ley tendrá

muy grande influencia para la introducción de los transgénicos a muchos

otros países, quienes no tienen la capacidad científica o de políticas

para establecer criterios complejos de intervención en la discusión. Los

magna-porta-voces de la promoción de la transgenia se harán cargo de

difundir, aplicar, y donde sea necesario " corregir " ese mensaje.

 

Por estas razones,

 

Hago un llamado a los ciudadanos miembros del Congreso de la Unión para

que rechacen el proyecto de Ley que se les presenta. Creo que esta

sería la decisión más racional si se considera el balance entre los

beneficios (siempre hipotéticos y exagerados) y los riesgos (claros

aunque aún

precariamente establecidos) representados en la liberación de los

transgénicos al ambiente público. Creo que sería la decisión

políticamente

adecuada, dadas las contundententes implicaciones negativas que estos

avances tienen para la soberanía nacional, la sobrevivencia de la

población campesina e indígena del país, y para el papel de líder de

México

entre los países del mundo.

 

Hago un llamado a los miembros de la comunidad académica y científica

para que rechacen los esfuerzos (bien pagados, mal intencionados) por

socavar los cimientos de nuestra comunidad en la diversidad de enfoques,

la libertad de investigación y expresión, la responsabilidad pública, y

la independencia de influencias ajenas a la buena razón. Es hora de

marcar un alto contundente, claro y público al secuestro de nuestras

instituciones por agentes ilegítimos de intereses comerciales y de

políticas

ajenas. Nuestra comunidad es el último refugio público de la razón, y

se halla sitiada en el mundo entero. No podemos más que defenderla y

mantenerla como un espacio y un bien público, no privado o privatizable.

 

Desde tierras que alguna vez fueron nuestro país, hago un llamado a la

ciudadanía de México para que mantenga la vigilancia de sus recursos

genéticos, que se encuentran en el mismo peligro en el que se ha

encontrado su tierra, su identidad, su forma de vida y su

idiosincrasia a lo

largo de tantos siglos. Sabiendo que esta cultura aún existe, tengo

esperanza en que la ciudadanía sepa una vez más afirmar lo que sabe

suyo y

exigir la responsabilidad pública de quienes lo manejan.

 

Dice una de las múltiples comunidades campesinas que nos honran con su

correspondencia: " El maíz nos ha ayudado a sobrellevar muchos problemas

a lo largo de las generaciones. Ahora el maíz está en problemas. Es

hora de que nosotros ayudemos al maíz. " Yo pienso que tienen razón.

 

Al llamado de tierra y libertad que nos hicieran proclamar aquellos que

supieron distinguir las cosas trascendentes quiero añadir la

independencia genética:

 

" Tierra, Libertad e Independencia Genética. "

 

Ignacio H. Chapela

Berkeley, California, 13 de diciembre de 2004

 

 

 

 

 

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